Bancos de semillas, las bóvedas que albergan los tesoros de las regiones
El banco comunitario de semillas del ejido Unión Zapata, en Oaxaca, abrió sus puertas en el 2020.
Almacena unos 170 kilos de distintas especies de maíces, frijoles, calabazas y quelites.
Hay bancos que en sus bóvedas resguardan dinero, documentos, joyas o lingotes de oro.
El banco comunitario del ejido Unión Zapata, en los Valles Centrales de Oaxaca, cuida uno de sus tesoros más preciados: las semillas de la región. Unos 170 kilos de distintas especies de maíces, frijoles, calabazas y quelites almacenados en grandes frascos de vidrio con tapa blanca.
En esta localidad de clima seco, matorrales y poco más de 600 habitantes, la agricultura es la actividad principal. Siete de cada 10 personas se dedican a ella. “La preservación de la semillas es importante para la comunidad, sin ellas no podríamos seguir cultivando“, dice Jared Sánchez Jacobo, habitante de la región y jefe de guías comunitarios.
El valor es tal que pasan de generación en generación: además de la tierra, las semillas son parte de la herencia que reciben los hijos. “Heredar las semillas dentro de la comunidad es común, porque por cientos de años se han adaptado a las condiciones climáticas de la zona. Y cada una es distinta”. Se enorgullecen y defienden que su semilla no es igual a la del vecino, tiene el sello que le imprime el propio productor. Intercambiarlas y preservarlas son tareas que se daban sólo al interior de las familias, lo que ponía en riesgo la conservación. Porque si un hijo migraba o decidía no dedicarse a la agricultura, corría el riesgo de que las semillas se perdieran.
Para contribuir a la conservación, en 2017 el entonces comisariado ejidal Lucio Grijalva y su secretario Héctor Olivera decidieron construir un banco comunitario que almacenara las distintas semillas de la región.
“Fue la primera vez que se intentó llevar a cabo, lastimosamente no se continuó ese trabajo ya que no había un asesor especializado en la materia”, recuerda Sánchez Jacobo. El proyecto estuvo en pausa durante casi tres años, hasta que a mediados de 2020 la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conam), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (Inifap) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) se acercaron a la comunidad para reactivarlo.
La recomendación circuló entre los agricultores del ejido Unión Zapata en diciembre de 2020. Así lo hicieron, cada uno volvió a sus tesoros familiares para elegir las “joyas” que depositaría en el banco comunitario administrado por productores de la comunidad. Al mediodía , los agricultores comenzaron a llegar con sus semillas de maíces, frijoles, calabazas y quelites.
El trato fue prestarlas para que, al obtener la primera cosecha, se les devuelva el doble.
Poco a poco, el banco se fue llenando hasta alcanzar los casi 170 kilos. La riqueza biocultural de la comunidad se fue distribuyendo en grandes frascos.
“El que se creen bancos comunitarios permite que se analice más a nivel de comunidad la situación de la semilla, sus riesgos, sus oportunidades y sus estrategias de conservación desde una perspectiva más colectiva y más allá de la familia“, detalla en entrevista para La-Lista Girmey López, coordinador regional Proyecto del Fondo Mundial para el Medio Ambiente Agrobiodiversidad mexicana en Oaxaca.
El banco ya es referencia nacional por el tamaño de la muestra y por el lugar en el que está. Los habitantes del ejido Unión Zapata custodian la cueva Guilá Naquitz, donde se encontraron los restos más antiguos del proceso de domesticación del maíz.
“Es emblemático. Es algo que tenemos que celebrar entre todos, porque esta estrategia de bancos comunitarios es algo que debemos promover, difundir, impulsar para que la defensa del maíz, de la diversidad, la conservación de las variedades nativas se preserve hacia el futuro, para que la milpa perdure“, considera Alejandro Espinosa Calderón, encargado del despacho de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem).
El de la Unión Zapata no es el primer banco comunitario de semillas en el país. En los últimos 10 años han sido instalados nueve bancos en distintas regiones del país y la meta es sumar cuatro más en julio de 2021.
“Dentro de nuestro plan de trabajo, como proyecto en Oaxaca, tenemos programados otros 10 bancos en la región de la mixteca donde no hay ni uno”, adelanta Girmey López. “Todas las regiones tienen potencial porque en todas hay agricultura y se resguardan diferentes razas nativas de maíz. Por ejemplo, el Istmo de Tehuantepec alberga una raza nativa que se llama Zapalote chico, esta raza soporta vientos de más de 50 kms por hora y en dos o tres meses ya tienen su cosecha”.
Los especialistas advierten que no todas las especies se pueden preservar en un banco. Pese a ello, Espinosa Calderón afirma que, en un mundo ideal, habría tantos bancos comunitarios como fuese posible. Porque además de resguardar semillas, protegen la genética y la adaptabilidad.
“Conservar esta riqueza es conservar la esencia de los mexicanos”.
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